Uno de los desafíos a los que se enfrenta cada día un odontopediatra es conseguir que el pequeño se encuentre cómodo durante su visita y muestre una cooperación máxima. Para que esto se cumpla, es importante el trabajo coordinado del odontopediatra , el auxiliar y los familiares. En este artículo os traemos información útil para conseguirlo, así como una serie de pautas que han demostrado ser exitosas.
¿Cómo es la conducta del niño en la consulta del odontólogo?
La madurez psicológica del niño es fundamental a la hora de conseguir un buen resultado del tratamiento dental. Por desgracia, el miedo al dentista sigue estando muy presente en la sociedad. Un temor que deriva en conductas problemáticas a la hora de la consulta.
El conocido ”miedo dental” causa situaciones de ansiedad originadas por la idea del niño de que va a sufrir dolor bien sea por miedo a lo desconocido o causado por malas experiencias previas. Por tanto, y a toda costa, el pequeño va a hacer todo lo posible para impedir o dificultar el trabajo del especialista. En estos casos, al ser los padres quienes conciertan la cita con el odontólogo, el niño no tiene la posibilidad de no acudir a su cita, por lo que estas respuestas de evitación suceden durante la propia consulta.
A grandes rasgos, identificamos dos tipos básicos de respuestas que tiene como objetivo dificultar la acción del odontólogo, como son:
- Respuestas de evitación: recogen aquellas en las que el niño trata de evitar el contacto con situaciones relacionadas con el tratamiento.
- Conductas disruptivas: son las que ocurren una vez que el niño está en plena consulta. Estas tratan de obstaculizar la realización del tratamiento con el fin de interrumpirlo. Entre estas conductas disruptivas tenemos:
- No querer entrar en la consulta o sentarse.
- No abrir la boca.
- Levantarse del sillón.
- Llorar, gritar, dar patadas o manotazos.
- Girar la cabeza.
Tipos de actitud del niño en odontopediatría
Según los comportamientos estudiados, podemos definir 7 tipos de pacientes infantiles según su actitud:
- Cooperador: se trata del paciente ideal.
- Cooperador tenso: pese a colaborar mayoritariamente con el odontopediatra, externaliza el miedo y puede mostrar cierto rechazo.
- Aprensivo exteriorizado: se parapeta en los padres y evita relacionarse con los profesionales.
- Miedoso: debe recibir motivación permanente por parte de todos.
- Terco o desafiante.
- Hiperemotivo.
- Excepcional: por ejemplo, aquellos que presentan una discapacidad intelectual.
¿De qué depende la conducta de un niño en la consulta del odontopediatra?
Recomendaciones para su manejo
Son muchos y variados los factores que acaban desarrollando el comportamiento de un niño a la hora de ir al dentista. El propio niño, su entorno familiar y la actitud de los profesionales son pilares fundamentales en este aspecto.
Influencia de la edad
Aquí podemos diferenciar por distintas etapas en el crecimiento físico y emocional del niño, como son:
- De 0 a 3 años: es habitual que el pequeño no muestre mucha colaboración, aunque a estas edades (prácticamente es un bebé), la forma de comportarse puede ser muy aleatoria y variada.
- De 3 a 6 años: si el odontopediatra establece una comunicación adecuada con el niño y emplea métodos y material adecuado, éste suele prestar su colaboración.
- De 6 a 11 años: aquí suele ser normal que manifieste cierto temor al dolor y pueda oponer resistencia. Estamos hablando de una franja de edad en la que hay un amplio abanico de niveles de madurez mental.
Influencia de la educación familiar
El comportamiento de los padres es un factor clave para marcar la diferencia entre que un niño se comporte de una manera u otra en el odontopediatra.
Un factor a tener muy en cuenta es la sobreprotección del menor. La cual acaba ofreciendo resultados negativos de cara a su conducta en la clínica. En estos casos los padres están excesivamente presentes en todos los aspectos de la vida del niño, frenando su desarrollo emocional, su independencia y la capacidad de enfrentarse por sí mismo a nuevos retos.
Los expertos identifican principalmente estos tipos de modelo de educación:
- Autoritativo y asertivo: son los que, una vez en la consulta, explican el procedimiento al pequeño antes que nada, observan y animan a su hijo mientras se le está tratando y le compensan al final. Como resultado, los hijos suelen comportarse positivamente.
- Autoritario: los padres suelen ordenar al niño, esperando obediencia total, sin dar explicaciones. Los niños muestran resistencia frente a esta actitud.
- Permisivo: ceden fácilmente a las exigencias del niño. Estos padres pueden solicitar detener el tratamiento mientras se realiza, cuestionan las acciones del profesional y, por parte de los hijos, estos son muy poco cooperadores.
- Negligente: no se implican para nada en la educación de su hijo. En estos casos, es común que el niño ofrezca una madurez superior a la que se le espera para su edad.
Lo ideal es que los padres tomen el hábito de «educar» a su hijo en una cultura en la que acudir al dentista no es sinónimo de dolor ni de molestias. No deben amenazar a su hijo con llevarlo al odontólogo a modo de castigo por un mal comportamiento en casa. Esta educación también incluye explicar, en un lenguaje que el niño entienda, los beneficios que tiene para él y su salud tener una boca sana.
Influencia del trabajo del odontopediatra
No sólo del odontopediatra, sino de todo el personal que está de alguna forma implicado en el tratamiento infantil. Desde la persona que los recibe, hasta el propio doctor, pasando por enfermeros y auxiliares.
Por parte de los auxiliares, estos deben estar debidamente formados en técnicas de guía de conducta, todo ello en coordinación con el odontopediatra. El personal de recepción juega un papel muy importante, puesto que es la primera persona que contacta con el niño, y la primera impresión puede influir mucho en el comportamiento y nivel de estrés del pequeño.
Si nos focalizamos en el odontopediatra, sus propias cualidades comunicativas, de empatía y respeto por el paciente, su grado de formación y su experiencia determinarán en buena parte el éxito del tratamiento de odontopediatría.
Aquí hay que considerar un lenguaje verbal y no verbal apropiado. Se aconseja explicarle qué se va a hacer, para qué sirve el instrumental y transmitirle tranquilidad, así como demostrarle que comprende su situación de nerviosismo y agradecerle su buen comportamiento. Los gestos, el contacto visual y el tono de voz también son clave.
Añadido a todo esto, también es recomendable tener a disposición elementos que hagan sentirse al niño más confortable, como son juguetes, vídeos, música, cuentos infantiles, videojuegos o, incluso, a veces es suficiente con una sencilla charla tranquilizadora.
Apuntar que, en algunos casos extremos, será inevitable tener que inmovilizar al niño con la ayuda de alguna auxiliar o familiar si fuese necesario de no se posible recurriremos a la sedación inhalatoria o anestesia general.
Que la relación del odontopediatra con sus pacientes sea realmente productiva es relativamente sencilla, si atendemos a los factores que acabamos de describir. No se trata de una cuestión menor, y es que el éxito del tratamiento depende en gran medida de esta.
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