Dentro del campo de la Odontopediatría, el manejo de la conducta podría ser uno de los aspectos más importantes. Para que un tratamiento dental sea exitoso, la colaboración del paciente es fundamental, por ello en el caso de los niños es esencial que el odontopediatra sepa diagnosticar, tratar y ser capaz de controlar la conducta del paciente a la hora de llevar a cabo su tratamiento.
Son muchos los niños que aceptan la visita al dentista sin ansiedad. Esto puede deberse a la edad de los pacientes, el grado de madurez, la influencia de sus padres o la capacidad del profesional para empatizar con ellos entre otros. Sin embargo, el temor al dentista sigue existiendo hoy en día, y en ocasiones, algunos niños requieren de una atención especial. El control de la conducta es mucho más un arte, que una ciencia y no sólo por parte del odontopediatra sino de todo el equipo profesional que trabaje en la clínica. Y es que desde el momento en el que el niño entra en la consulta ya se deben estar empleando técnicas de control de conducta adecuadas.
Con el tiempo estas técnicas para el manejo de la conducta han ido evolucionando, pero hay algunos aspectos básicos principales:
1.- Acercamiento positivo: tendremos una actitud positiva hacia el niño, pues el responderá en concordancia con lo que se espera de él y habrá más posibilidades de éxito.
2.- Buena comunicación: ganarse la confianza del niño favorecerá la de sus padres, y para ello es fundamental llegar a establecer una buena comunicación con el niño.
3.- Ambiente relajado y cómodo: en este aspecto es esencial la colaboración del equipo profesional. Una sonrisa sincera, una mano amiga, y en general la cercanía que puede proporcionarles el personal auxiliar es a veces más útil que muchas palabras.
4.- Organización de la consulta: dentro del equipo de profesionales, cada uno debe tener su papel, y cada miembro será consciente de lo que le corresponde y debe hacer.
En los tratamientos en niños, a diferencia de los adultos, hay que tener en cuenta que la relación se establece según el triángulo clásico de Odontopediatría, es decir, que el niño queda en el vértice del triángulo y es el centro de atención tanto de los padres como del dentista. Además, en la actualidad, añadimos otro factor que transforma este triángulo en una pirámide, que son los aspectos legales, la sociedad, educación… Es casi tan importante ser capaces de tener una buena comunicación con los padres como con los niños, ya que su participación y colaboración es fundamental, y cada vez aumenta la importancia del consentimiento informado.
Como explicábamos anteriormente, en la capacidad para hacer frente a situaciones difíciles, de niños poco colaboradores, influye en gran medida la habilidad del odontopediatra. Y aunque no todos los dentistas pueden hacer frente a estas circunstancias, la experiencia, el tiempo y el conocimiento de las técnicas de control de conducta favorecen a mejorar las habilidades del profesional y le aportan seguridad y autoconfianza, que es fundamental para la relación con el niño potencialmente difícil.
Las técnicas de control de la conducta son varias, y según la personalidad y las habilidades del odontopediatra, éste tenderá a usar más unas u otras. Se suelen clasificar en cuatro grupos:
1.- Técnicas de comunicación: la comunicación con los niños es el primer objetivo para poder controlar su conducta. Dentro de estas técnicas podemos destacar el uso del lenguaje pediátrico, el control de la voz, la “técnica de Triple E” (explique-enseñe-ejecute), entre otras.
2.- Técnicas de modificación de la conducta: con ellas se intenta crear una comunicación entre el odontopediatra y el paciente marcando inicialmente un objetivo y añadir las explicaciones necesarias para evitar conductas negativas. Usamos las visitas previas, refuerzo positivo, la desensibilización o técnicas de imitación.
3.- Técnicas de limitación: son aquellas técnicas que controlan o limitan los movimientos de los niños para su protección durante los tratamientos. No son castigos, sino procedimientos clínicos aceptados con base científica.
4.- Técnicas prohibidas: la técnica mano sobre boca no muestran daño psicológico en el niño, pero si problemas de aceptación de los padres por lo que a día de hoy la consideramos prohibida sin embargo, sigue siendo recomendada por varios autores.